miércoles, 23 de octubre de 2013

Poema de la noche

Galway Kinnell

1
Muevo mi mano sobre
pendientes, cascadas, bultos de la vista,
pestañas apenas capaces de ser tocadas,
labios que ceden el paso con tal facilidad,
que es un shock sentir debajo de ellos
la indiferente sonrisa de los huesos.

Apenas cubiertos, un tanto escondidos,
malar, maxilar, turbinado.

2
Coloco mi mano
a un costado de tu rostro.
Tú inclinas un poco la cabeza
dentro de mi palma. Y así,
sé que eres un lirón 
tomado por el sueño de invierno:
un solitario, atónito peso.

3
Un hueso del pómulo,
un segmento curvo de ceja,
un pálido párpado,
flotan en la oscuridad.
Y ahora diviso
un ojo, oscuro,
agusanado con luces infinitas y remotas.

4
Casi sin tocar, abrazo
sólo aquello que puedo concebir
como algunos de los recuerdos más profundos de mis brazos,
no míos, sino como si la vida en mí
lentamenre recordara lo que es todo aquello.

Y tú estás aquí, en toda tu materialidad:
tú, mi hermoso grado de realidad.

5
Ahora viene el día, balsa que se quiebra.

Pienso en unos cuantos huesos
flotando por la noche en un río,
la luz de las estrellas soplando en su sitio, en el agua.
Y el rio inclinándose como una ola hacia el vacío.

Versión de Cristina Burneo 





viernes, 18 de octubre de 2013

Espera

Por ahora, espera.
Desconfía de todo si lo tienes que hacer.
Pero confía en las horas. ¿No te han 
llevado a donde has querido, hasta ahora?
Los hechos personales se volverán interesantes de nuevo.
El cabello se tornará interesante.
El dolor se tornará interesante.
Los capullos florecidos fuera de estación se tornarán interesantes.
Los guantes de segunda mano volverán a ser adorables:
son sus memorias lo que les da
la necesidad de otras manos. La desolación
de los amantes es igual: el enorme vacío
esculpido de seres tan pequeños como nosotros
pide ser colmado: la necesidad
del nuevo amor es la lealtad al amor antiguo.

Espera.
No te vayas tan temprano.
Estás cansada. Todo el mundo está cansado.
Pero nadie está cansado lo suficiente.
Sólo espera un poco y escucha:
la música del cabello,
la música del dolor,
la música de los telares que vuelven a tejer nuestros amores.
Quédate ahí para oírlo. Será la única vez.
Sobre todo, para que escuches tu existencia entera, 
ensayada por los pesares, tocar su propia música hasta el agotamiento.

Galway Kinnell
Versión de Cristina Burneo



miércoles, 17 de abril de 2013

Versión de poema para encontrarse con el otro cuerpo


Hoy, traducción amorosa. De un poema de Ted Hughes. Para contrarrestar los excesos de trabajo.


Novia y novio escondidos por tres días
Ted Hughes

Ella le da sus ojos, los ha encontrado
entre escombros y escarabajos

Él le da su piel
como desdoblándola en el aire para colocarla sobre ella
Ella llora de temor y asombro

Ella le ha encontrado manos a él, y acaba de ajustárselas a las muñecas
están maravilladas consigo mismas, y van para sentirla a ella toda

Él ha armado su espina dorsal, ha limpiado con cuidado cada pieza
y las coloca en orden perfecto
un rompecabezas súperhumano, pero él está inspirado
Ella se inclina hacia atrás, arqueando aquí y allá, la usa y ríe
incrédula

Ahora ella ha traído los pies de él, y los conecta
para que todo su cuerpo se ilumine

Y él le ha fabricado nuevas caderas
con todas los partes completas y bobinas recién enrolladas, todas relucientes y aceitadas
Él lustra cada parte, y apenas puede creerlo

Siguen poniéndose al sol el uno al otro, les parece fácil
Para probar cada cosa nueva a cada nuevo paso

Y ahora ella le alisa las placas del cráneo
para que no se vean los ligamentos

Y ahora él conecta su garganta, sus pechos y el hoyo de su estómago
con un solo cable

Ella le da sus dientes, atando las raíces a la clavija central de su cuerpo
Él coloca las pequeñas diademas en las puntas de los dedos de ella

Ella zurce el cuerpo de él aquí y allá con seda púrpura acerada
Él aceita los delicados juntes de la boca de ella

Ella incrusta con sierres profundos la forma del cuello de él

Él hunde en su lugar el canto interno de los muslos de ella

Así, gimiendo de alegría, con gritos de asombro
Como dos dioses de lodo
Revolcándose en la tierra, pero con infinito cuidado
Se llevan el uno al otro a la perfección.


viernes, 1 de febrero de 2013

Pequeña cabeza del sueño brotando cabello a la luz de la luna


Hoy es cumpleaños de Galway Kinnell. Aquí va un fragmento de su poesía, en una versión aún vacilante, para celebrarla y para celebrarlo a él.

5
Si un día sucede
que te ves a ti mismo con alguien que amas
en un café de un lado
del puente Mirabeau, en la barra
donde el vino blanco se eleva en copas que se abren hacia lo alto,

y si entonces cometes, como nosotros, el error
de pensar
“un día, todo esto no serán más que recuerdos”,

aprende,
mientras te hallas de pie
de este lado del puente, que traza un arco,
piensas tú, del amor hacia el amor imperecedero,
aprende a hurgar más hondo
en las penas
por venir. A tocar
los casi imaginarios huesos
bajo el rostro, a escuchar bajo la risa
al viento llorando a través de las piedras negras. Besa
la boca
que te dice “aquí,
aquí está el mundo”. Esta boca. Esta risa. Estos huesos de las sienes.

La cadencia aún no danzada del desaparecer.